05 mayo 2013

¿Alguien me espera en el cielo o en el infierno?

Allí se acercan mis amigos, los diablos:
Entre sus manos cerveza y por desgracia,
o por fortuna, bolas de mierda, analgésicos potentes,
mezclas gloriosas de fósiles, de tristeza.

No son mis favoritos, pero sus restos son mi alimento.
Sus risas suenan en mi cabeza como las de las hienas,
sus dedos deslizan olores penetrantes, como en mis sueños,
la miel que todo lo cura, el secreto de sus putrefactas vidas.

¿Alguien te espera en casa? Entonces recordé que no tenía casa,
dos lirios en la entrada de mi cueva, ese olor de nuevo,
me mata, te encanta, me deja un sabor amargo en la boca,
un sopor en la garganta como el de mil hongos.

Vivo en un mundo donde la mentira más grande del mundo ha sido descubierta
 y hemos decidido seguir creyéndola.

Sentada al lado de cuatro botellas robadas, de la misma calidad que
la boca de un humano, sucia, destilada, una lengua parece
querer conversar con la mía: 'Te quiero' dice;
'Eso no tiene sentido', respondo.

Busco mi propia victoria entre ojos y cayos.
Enhorabuena, estás perdida.
¿No encontraste lo que andabas buscando?
Solo encontré voces que no me dejaban decidirme,
querían mi carne y mis huesos, mi jugo.

Huí de vosotros para estar sola, y cuando lo estuve
huí de mi misma para no estarlo.

28 abril 2013

Un día más y otro.

Un día más y otro, un día más y otro...
Que alguien venga, a las profundidades subterráneas de mi cerebro,
a arrancarme los labios, como pez pillado por un anzuelo,
que alguien le pegue una patada a mi culo occidental,
cargado de mierda, sueños corruptos, peces invertebrados,
como un hongo, pegada a tus brazos.
Llevo más de veinticuatro horas despierta, drogada,
cerveza caliente, apesta.

Me produces un vacío en el estómago más grande que el que se me forma
cuando estoy to ciega, repugnante, ojos hinchados, pupilas dilatadas,
mendigando comida a cualquier borracho,
subiéndote la falda por una vuelta en moto,
tangas de leopardo, ojos agobiados, mentes aisladas,
calles de adoquines amarillos, una farsa, una puta mentira,
no me llevan a ningún sitio, no me llevan a casa.
Me duele la garganta, me sangran las rodillas,
un día más y otro, un día más y otro,
dos llamadas perdidas, son de mi madre; cuando lloro me encuentro en una rutina,
la rutina del nacimiento, entrelazada de cordón umbilical,
sin destreza alguna, si naces ahorcado morirás ahorcado,
drogado, exigencias diarias que no me llevan a ninguna conclusión,
solo que vuestras putas cabezas no está mejor que la mía,
sin embargo me siento afortunada,
pues no tengo nada, ni nadie,
y quizás esa sea la solución más estúpida.

Me llevarán a mi muerte, fija, concisa.
Creo que con 17 años y una versión poco veraz de mi misma,
 no estoy preparada para decidir mi futuro.

Tengo encendido un cigarro, miro al cielo, veo las nubes, los pajaritos...
Vomito. Qué bonito, ¿no?
Odio los mosquitos, así como odio mis circunstancias, mi realidad,
la cantidad de arañas que suelto por la boca,
mi incapacidad verbal, así como mental.

Vaya, una subnormal más, otra más.
Me fusiono con mis días, no coincido con el tiempo,
un día más y otro, un día más y otro...

17 marzo 2013

Sobre mi querido Fremont V

MARIA - Estaba borracha, sentada en un escalón. En la cumbre, observando. Estaba tiritando, retorcida y con la mirada perdida entre alcohol y humo... y allí estabas tú.

FREMONT - ¿Qué pensabas?

MARIA - En muchas cosas. No me acuerdo. Estaba borracha. Notaba las miradas de todo el mundo. Pero a la vez cada uno era independiente: reían, jugaban, gritaban, se peleaban entre ellos, otros se comían la boca... Pero había algunos que estaban callados, como yo. Miraban al infinito. Yo estaba horrorizada, Fremont. Tu mundo me asusta. Miraba a esas personas que llamaban mi atención de una forma alarmante y en sus ojos no había nada, ni el vacío. Solo una pupila opaca que vibraba al notar la droga entrando en sus cuerpos, inexistentes. Me llegaba a repugnar. La raza humana es tan ...oscura. Percepciones inútiles de gente inútil para llegar a conclusiones inútiles. Luego recuerdo que me hablaste, Fremont. Me pusiste la mano en el hombro y me preguntaste si me encontraba bien. Te respondí con una sonrisa y te alejaste de nuevo.

FREMONT - ¿Qué pensabas?

MARIA - ¿Porque no me ven? ¿Porque no me oyen? No quería estar allí... ni en ningún sitio. Nunca quiero estar en ningún sitio... Fremont, ¿tú me oyes?, ¿tú me ves? Si no fuera así, creo que me conformaría con el exilio, el exilio de mi propia existencia. ¿Me oyes?

FREMONT - Claro que te oigo, Maria. Yo estaba hablando con un amigo cuando te desmayaste.

MARIA - No me desmayé. Estaba mirando a las estrellas.

08 febrero 2013

Y aún hay más

No puedo remediar mi gusto por la sangre.
No puedo remediar mi gusto por el vómito.
No puedo remediar mi gusto por las yagas.
¡Me encanta la putrefacción! Me fascina el deterioro, pobre de mi, que disfruto con semejante atrocidad, ¿como puedes disfrutar viendo a un corderito siendo degollado mientras lo penetran? Pobre criatura sin escrúpulos. Cuerpos encerrados, pezones perforados. ¡Disfruto! Pobre criatura, pobre de mi, ¿como puedes disfrutar tales horrores?

No lo puedo remediar, no lo puedo remediar.

¡No puedo remediar mi gusto por el dolor como método de creación!

12 enero 2013

Sobre mi querido Fremont II

MARIA - Por la noche, un dedo por mi padre, un dedo por mi madre, un dedo por mi hermano, un dedo por ti, un dedo por mi. Luego lo limpio todo y vuelvo a vomitar. No me canso de pensar. ¿Sabes? hasta adentro. Me tapo hasta arriba con mis sábanas. Uno por él, uno por ella, uno por mi hermano, uno por mi, uno por ti. ¿Sabes? Me encanta vomitar, en cualquier parte. Contigo o sin ti. Si estás, me haces vomitar, por las mañanas, por las tardes, por las noches. En las horas vacías, las horas muertas. ¿Sabes? Para vomitar solo necesito uno por mi padre, uno por mi madre, otro por mi hermano, otro por ti y uno pensando en mi. ¿Qué pasa? No me mires así.

FREMONT - Maria, ¿te hago de comer o vas a vomitar?

MARIA - Hazme de comer, después lo vomitaré. Quiero que me veas mientras grito, mientras tus dedos recorren mi esófago, mientras me aprietas la laringe y me dejas sin respiración, mientras vomito, mientras me ahogo en mi misma, en mi propio flujo. Luego abrázame y dime que todo saldrá bien. ¿Quieres vomitarme en la boca?

FREMONT - En la boca y dentro de ti, yo no te haría daño, pequeña mía. Te vomitaré dentro. Te llenaré de mi y te ahogaras conmigo. Dime Maria, ¿eres feliz?

MARIA - Te quiero.

09 enero 2013

Sobre mi querido Fremont I

MARIA - No es que no me guste besarte, es que sabes a sangre. Cada beso que me das sabe a sangre y cada beso que te doy yo... me sabe a la sangre que escupes cuando te lavas los dientes.

FREMONT - ¿Me hago un porro?

MARIA - Me haces daño cada vez que me miras, pero si no me miras puedo ser capaz de arrancarme los cabellos y las uñas, porque no puedo esperarte. Si por mi fuera, te habría quitado las orejas y me hubiera hecho unos pendientes con ellas...

FREMONT - Pásame el tabaco...

MARIA - Siempre hablas de ti mismo y de lo enfermo que estás. Yo solo pido tus besos salpicados de sangre. Me repites mil veces y veces y veces lo enfermo que estás, pero yo solo quiero tus besos de sangre. No es que no me guste besarte, es que sabes a sangre.

FREMONT -  ¿Tú tienes mi mechero?

MARIA - Tus dientes están amarillos. Separados y quebradizos, adorables. Entre ellos, restos de carne negra. Me encanta cuando te sangran las encías. Me encanta porque veo lo podrido que estás por dentro, y veo como intentas ocultarlo. Estás enfermo y me encanta, me encanta ver como disimulas... me encanta saber que a mi no me engañas.

FREMONT -  Toma.

MARIA - Me da igual. Yo por dentro soy peor que tú. Por eso me gustas tanto. Eres tan normal. No es que no me guste besarte.... es que sabes a sangre.

FREMONT - Buenas noches, cariño. (Le da un beso en la frente y se tapa con las mantas).